El sonido de la navidad: ¿de dónde vienen los villancicos?
La Navidad inunda todos los ambientes, y los corazones palpitan al ritmo de esta época de amor y alegría. Las familias reunidas en las mesas o alrededor del pesebre entonan villancicos típicos de esta temporada del año, esas canciones que han crecido con cada uno de nosotros y que a pesar del tiempo, nos siguen alegrando en esta época. Pero, ¿de dónde nacen los villancicos?
El villancico, como indica su propio nombre, es la canción de la villa; la que servía para registrar la vida cotidiana de los pueblos. Según algunos historiadores, este canto surgió en el siglo XIII, siendo difundido en España en los siglos XV y XVI, y en Latinoamérica desde el siglo XVII.
A lo largo de la historia, ha sufrido muchas transformaciones, hasta que en el siglo XIX su nombre quedó exclusivamente para denominar a los cantos que aluden a la Navidad. El villancico no sólo se consolidó como género, sino que se convirtió en el arquetipo de la ‘canción de Navidad’. Su temática se concentra en el niño Jesús, la Virgen María, San José, los Reyes Magos, los pastores y la Estrella de Belén.
Pero esa no ha sido su única transformación ni los últimos aportes. Bastó que cruzara el océano en dirección del continente americano, para que se le sumara toda la influencia folclórica de indígenas y africanos, en un proceso que duró varios siglos.
De ahí los cambios en letra y música. La influencia negra e indígena, y su propia interpretación de la religión cristiana, mientras los ritmos también se iban mezclando.
A esto se debe que hoy en día y desde el siglo pasado se interpreten villancicos en ritmos de pasillos, bambucos y hasta vallenatos. Sin embargo, continúan conservándose en sus letras aunque sea de manera inconsciente la representación de los diferentes momentos que antecedieron al nacimiento de Cristo.
No hay Navidad que se precie sin un ro-po-pom-pom bien entonado, sin el ruido de las copas que brindan o sin el tintineo de las doce campanadas.